jueves, 19 de febrero de 2015

EPIMETEO.

En la mitología griega Epimeteo (que reflexiona más tarde, literalmente pensamiento-tardío) era hermano de Atlas, Menecio y Prometeo (previsión, literalmente pensamiento-adelante) ya que a diferencia de Prometeo (quien podía ver el futuro), este veía con retraso cosas que ya habían acontecido. Ambos actuaban como benefactores de la humanidad pero mientras que Prometeo se caracteriza por ser ingenioso e inteligente, Epimeteo se representa como tonto. Era hijo del titán Jápeto y de la oceánide Clímene. La hija de Epimeteo y Pandora es Pirra, que se casó con Deucalión (hijo de Prometeo) y fue una de los dos que sobrevivieron al diluvio.
"Epimeteo, el ser en el que los pensamientos siguen a la producción, representa la naturaleza en el sentido del materialismo, de acuerdo con que el pensamiento viene después que los cuerpos sin pensamientos y sus movimientos irreflexivos", esto es según al contexto de dialogo de platón y según Hesíodo Epimeteo fue quien aceptó el regalo de Pandora de los dioses. Su matrimonio puede deducirse (y lo fue por autores posteriores), pero no se hace explícito en ningún texto.
Epimeteo suplicó a Prometeo que le permitiese hacer él la distribución. -Cuando la haya hecho -dijo- tú la examinarás."  Epimeteo dotó a los animales con los atributos más disímiles, procurando al hacerlo que la repartición fuese justa, de manera que las ventajas concedidas a unos quedasen compensadas con los privilegios otorgados a otros. "Urdió todo ello teniendo cuidado de que ninguna especie fuera a extinguirse; y una vez que las proveyó de medios para evitar las destrucciones mutuas, ideó un recurso frente a las estaciones dispuestas por Zeus, vistiéndolos con espesas pelambres y duros carapachos, suficientes para protegerlos contra el invierno y capaces, también, de defenderlos de los calores, de suerte que, al ir a sus guaridas, les sirvieran de lecho propio y natural para cada uno."  Epimeteo, que no era muy prudente, repartió entre los animales todo lo que había que repartir, olvidándose por completo de los hombres. Próximo estaba el día en que los humanos debían aparecer sobre la Tierra, y Prometeo, que pronto se percató del descuido de Epimeteo, no sabía qué partido tomar. Pero al fin encontró un ingenioso expediente: sustrajo del taller de Hefesto y Atenea el fuego y los secretos de las artes, e hizo con ellos un presente al hombre. Cuando éste gozó de esa "porción divina", fue "el único de los vivientes" que rindió culto a los dioses y se puso a levantarles altares y estatuas; además, por su destreza, "rápidamente articuló sonidos y palabras"; encontró la forma de hacer casas y vestidos, y aprendió a procurarse los productos de la tierra. Provistos de tal modo, "en los comienzos los humanos vivían dispersos y no había ciudades; en consecuencia, eran diezmados por las fieras, debido a que, en todos los respectos, resultaban más débiles que ellas". Su habilidad manual era suficiente recurso en lo que atañe al alimento, "pero insuficiente para su lucha contra las bestias feroces, pues aún no tenían el arte cívico, del cual el de la guerra es una parte''