EPIMETEO.
En la mitología
griega Epimeteo (que reflexiona más tarde, literalmente
pensamiento-tardío) era hermano de Atlas, Menecio y Prometeo (previsión, literalmente
pensamiento-adelante) ya que a diferencia de Prometeo (quien
podía ver el futuro), este veía con retraso cosas que ya habían acontecido.
Ambos actuaban como benefactores de la humanidad pero mientras que Prometeo se
caracteriza por ser ingenioso e inteligente, Epimeteo se representa como tonto.
Era hijo del titán Jápeto y de la oceánide Clímene. La hija de Epimeteo y Pandora es Pirra, que se casó con Deucalión (hijo de Prometeo) y fue una de los dos que sobrevivieron al diluvio.
"Epimeteo, el ser en
el que los pensamientos siguen a la producción, representa la naturaleza en el
sentido del materialismo, de acuerdo con que el pensamiento viene después que
los cuerpos sin pensamientos y sus movimientos irreflexivos", esto es
según al contexto de dialogo de platón y según Hesíodo Epimeteo fue quien
aceptó el regalo de Pandora de los
dioses. Su matrimonio puede deducirse (y lo fue por autores posteriores), pero
no se hace explícito en ningún texto.
Epimeteo suplicó a Prometeo que le permitiese hacer él la
distribución. -Cuando la haya hecho -dijo- tú la examinarás." Epimeteo
dotó a los animales con los atributos más disímiles, procurando al hacerlo que
la repartición fuese justa, de manera que las ventajas concedidas a unos
quedasen compensadas con los privilegios otorgados a otros. "Urdió todo
ello teniendo cuidado de que ninguna especie fuera a extinguirse; y una vez que
las proveyó de medios para evitar las destrucciones mutuas, ideó un recurso
frente a las estaciones dispuestas por Zeus, vistiéndolos con espesas pelambres
y duros carapachos, suficientes para protegerlos contra el invierno y capaces,
también, de defenderlos de los calores, de suerte que, al ir a sus guaridas,
les sirvieran de lecho propio y natural para cada uno." Epimeteo, que no
era muy prudente, repartió entre los animales todo lo que había que repartir,
olvidándose por completo de los hombres. Próximo estaba el día en que los
humanos debían aparecer sobre la Tierra, y Prometeo, que pronto se percató del
descuido de Epimeteo, no sabía qué partido tomar. Pero al fin encontró un
ingenioso expediente: sustrajo del taller de Hefesto y Atenea el fuego y los
secretos de las artes, e hizo con ellos un presente al hombre. Cuando éste gozó
de esa "porción divina", fue "el único de los vivientes"
que rindió culto a los dioses y se puso a levantarles altares y estatuas;
además, por su destreza, "rápidamente articuló sonidos y palabras";
encontró la forma de hacer casas y vestidos, y aprendió a procurarse los
productos de la tierra. Provistos de tal modo, "en los comienzos los
humanos vivían dispersos y no había ciudades; en consecuencia, eran diezmados
por las fieras, debido a que, en todos los respectos, resultaban más débiles
que ellas". Su habilidad manual era suficiente recurso en lo que atañe al
alimento, "pero insuficiente para su lucha contra las bestias feroces,
pues aún no tenían el arte cívico, del cual el de la guerra es una parte''